Pinta atardeceres rojos, y va dejando el alma en cada pincelada. El sonido del agua rompiendo contra las rocas de la playa, lo ensordece, le produce temor, más aún terror, el terror de un mar poderoso, capaz de destruir a su paso todo lo que intenta frenar su avance, pero que de pronto se calma, como si hubiera llegado a un límite que no quiere o no puede traspasar.
Pero él no quiere verlo en calma. Él disfruta de ese momento del atardecer, cuando puede contemplar la espuma del agua mojando sus pies, y exponerse a ese límite, como si pudiera traspasarlo y absorber la fuerza de ese mar enfurecido.
Extrato del cuento "Desafiando los límites" de mi libro "Cuentos de la luna nueva"
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